Hace una semana fui víctima de un robo en mi casa, para sorpresa de todos mis conocidos, y es que la ubicación de mi casa es justo a espaldas del Instituto Electoral, con una seguridad de “alto nivel”, constante, con un flujo de carros exagerado y, aun así a la una de la tarde entraron y se llevaron lo que por sus propios méritos no pueden conseguir. Para cerrar el asunto del robo y que esto funcione como una especie de catarsis; no es que sean las cosas materiales, no es que las autoridades no hagan nada, o incluso una denuncia no te convierte en parte pero tampoco es solución, no, eso no es lo que más enoja, lo que más enoja esa esa cuestión de invadir la privacidad del otro, de sentirte violado en tu espacio, en tus cajones, en tu intimidad y sobretodo lo que más coraje da es que jamás se recupera esa tranquilidad que te robaron. Terminamos con el robo, digo tenía que sacarlo.
Bueno no terminamos, así como de terminar, terminar. En algunas reflexiones que hacía, tratando de explicar ¿cómo podría cambiar este país, la impartición de justicia, o que nadie robe? digo es lo que todos pensamos cuando somos víctimas de la delincuencia. Pensaba en mudarnos a algún coto, pero acaso aislarse y vivir una vida de coto y no de ciudad es la solución, no lo creo, pensé en poner rejas alrededor de la casa, no creo que encerrarme en mi propia casa sea la solución, dije, encendido de coraje, que reclamar a las autoridades, exigirles como servidores públicos que hagan justicia, pero luego como hace mucho no lo hacía me resigné a saber que ellos no harían nada, es más ni les interesa, entonces no valía la pena discutir con ellos.
Entonces la solución llegó a mi cabeza, ya no está mas en la policía, o acaso alguno de nosotros todavía cree que el mismo órgano que nos busca más para jodernos, para corrompernos o para amedrentarnos que para ayudarnos pueda ser una solución, yo no. Tampoco está más en el gobierno, no en estos gobernantes o candidatos o políticos que no les es suficiente vivir del erario publico, sino se lo roban, también lo corrompen y pasan por encima de sus gobernados, hoy en campaña sabemos que la mayoría busca el poder, pocos en realidad quieren estar del lado de la gente, entonces ¿cómo ellos pueden ser la solución? Tampoco son los medios corrompidos por dinero, tampoco es la universidad o las escuelas que se mueven por intereses macabros que uno ni se imaginaría. Entonces como les dije al principio de este párrafo, ya sé cual es la solución: Nosotros.
No piensen en un discurso trillado de que el cambio está en cada uno o en un spot político de Todos hacemos el cambio, no, pensemos en la solidaridad, pensemos en cómo los asaltos a casa habitación disminuirían si los vecinos tuvieran los huevos para denunciar, o de cómo los abusos de los maestros o acosos sexuales desaparecerían si las alumnas recibieran el apoyo de sus compañeros para reclamar al maestro y pedirlo en la cárcel, o de cómo los policías no pidieran mordidas si los testigos oculares les gritaran: corruptos, les tomaran fotos y los denunciaran. Entonces no es difícil, platicaba con un amigo víctima también de un robo, que cómo podía ser posible que una vecina suya haya presenciado un robo y por miedo, no denunciar, entonces no creo que sea verdad lo que dicen: que esta sociedad cada vez denuncia más, al contrario, cada vez tenemos más miedo.
Prueba de que organizados somos más y mejor es el movimiento #soy132, demostrando que estamos a punto de despertar y de entender que no, que no es el gobierno o las instituciones la solución, que estamos hasta la madre de eso, de ser engañados, de ser vendidos, de estar desprotegidos, el grito de Sicilia fue el primer grito, hoy el grito de los estudiantes es a mi parecer el contundente, el que explotará en las calles, el que se verá reflejado en las urnas, el que comprueba mi teoría: la sociedad no necesitamos del gobierno y no llamo a la anarquía, llamo a organizarnos, a formar parte, a ser solidarios y unidos en las cosas más banales y las más importantes, esas que estoy seguro nos traerán un mejor lugar.