A 113 años de la revolución

La revolución mexicana marcó un parte aguas para muchos en la historia nacional, para otros como yo, fue un derramar de sangre con un sentido muy poco claro, con diferentes demandas, con diferentes sueños de país y que la historia oficial ha tratado de unificar, hacia al democracia electoral de Madero, pero no solo ahí queda la revolución, es más, «el sufragio efectivo no reelección» se convierte en la demanda menos importante, eso claro a 113 años de distancia.

Municipio Zapatista

Una guerra de clases sociales, una lucha de egos y de poder, eso era la búsqueda de Madero para derrocar a Díaz. Madero buscó aliarse con Zapata y Villa que tenían una visión de país y de revolución diferente, ellos buscaban justicia e igualdad, libertad de poseer tierras, de organizarse como ellos quisieran. Villa se convierte en un asesino a caballo y se aleja de cualquier ideal. Zapata, el verdadero héroe de pueblo, logra justicia para los suyos, a base de armas, y reconoce en el zapatismo y su forma de gobierno, que su revolución y su idea de país tiene como centro al pueblo, no al hombre, una democracia primitiva. A diferencia de Madero que su llegada al poder se traduce en el cambio de una cúpula dictatorial y progresista a una cúpula democrática, en el papel, y de naturaleza conflictiva.

Las traiciones, la inestabilidad, los héroes falsos, las historias inventadas y creídas, de todo eso está llena una revolución carente de revolucionar un país urgido de un cambio. Una revolución que cuenta muertos, una revolución que derivó en un partido que terminó violando los principios revolucionarios, lejanos a los de Zapata. Aunque se reconozca en Madero a un demócrata ejemplar podríamos dejarlo en un pinino electoral ejemplar. Porque la democracia según el PNUD es más que votar, es el pleno cumplimiento de los derechos y la capacidad que tiene el Estado de hacerlos cumplir: de dar salud, vivienda, libertad en todos los sentidos, seguridad y calidad de vida. Zapata, en su réplica de «Comuna de Morelos» (forma de organizarse que se centraba en establecer al pueblo como el que manda por medio de asambleas surgida en el estado de Morelos), en su actuar y en su filosofía demostró ser más demócrata que cualquiera.

El zapatismo, mediáticamente comandado por el SubComandante Marcos es la filosofía de ese revolucionario aplicada, en un centenar de cabeceras municipales a lo largo del país gobierna el pueblo al más puro estilo de la democracia ideal. Respetando la opinión de cada uno de los integrantes de la asamblea, que fueron elegidos por el pueblo, aplicando como herramienta principal el consenso, creando una cultura de consenso, de ceder y cumplir. Se nombran a los gobernantes que «mandan-obedeciendo», que ser un gobernante es un sacrificio, que se hace por el pueblo, no se tienen lujos y se deja la casa, se come poco y se trabaja mucho, se defienden las necesidades de vivienda, salud, educación, alimentación y problemas de seguridad. Esta forma de gobierno ha provocado que los pueblos zapatistas mantengan una calidad de vida superior a la del resto del país, no de lujos sino de vivir.

La calidad de vida de vivir es lo que a 113 años de la Revolución estamos buscando en todo el país; de vivir iguales, libres, de vivir y no ser matado, de vivir y no ser robado, de vivir y no ser violado, de vivir siendo escuchado, de vivir justo, de vivir seguro, de vivir sin miedo. Esa búsqueda de una calidad de vida mejor es la que nos mantiene en el juego, es la que inspira la revolución en la mentalidad y en el actuar. Concluir que México necesita una revolución es irse a la fácil, porque si la necesita, el problema está en el ¿cómo?, y ese cómo debe responder hacia las necesidades de la comunidad y no de lo individual. Podríamos empezar por aceptar que en México la calidad de vida que propone la democracia no existe aún y que de alguna manera debemos encontrarla.

Calidad de vida en México

 

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