Hace poco más de un mes, a la orilla de una playa recibí una llamada que decía que había ocurrido un incendio en la planta alta de mi casa. Que ya se había controlado pero que había algunas pérdidas. Volví a casa y descubrí que el hogar es algo relativo.
El hogar es donde habita el corazón, internet le adjudica esa frase a Plinio, el Joven. Y después de lo que que vivimos, estoy convencido.
Mi corazón habita en el amigo que convocó a todos los amigos para limpiar el caos de ceniza que había provocado un colchón sintético.
El corazón habita en el amigo que nunca se ensucia las manos, y que estaba sucio hasta las orejas, porque el impacto visual de Elisa y mío, fuera menor; en el que se encerró dos horas limpiando el baño, el que raspó el techo desde una escalera, el que cargó dos bases de cama por las escaleras, el que nos dijo que todo iba estar bien.
El corazón habita en el que me invitó una cerveza de consuelo y tomó algo de su clóset para sustituir el mío. Las y los que compartieron de lo suyo para hacernos sentir hogar, para llenarnos de energía y recordar que lo material es secundario.
El corazón habita en quien puso su trabajo profesional en que las huellas desaparecieran. En quien nos hizo una llamada reconfortante, en quien nos envió un mensaje de ánimo y nos ofreció la ayuda necesaria. En quien nos ayudó a limpiar pluma por pluma y prenda por prenda.
El corazón habita en quienes regalaron minutos y horas para que nuestra vida siguiera.
El corazón habita en el lugar que nos recibió unas semanas. Donde se albergaron nuestras cosas. En quien prestó su candado para cerrar la puerta, en quien hizo una llamada para llamar a los bomberos. En todos quienes nos tuvieron en un pensamiento sin decirlo. O quienes se preocuparon por nosotros y nos reclamaron por no pedir su ayuda.
Aprendimos que el espacio físico es secundario, entendimos que hoy nuestro corazón está con todas y todos los que nos permiten sentir hogar en ellos. Porque nuestro hogar está con ustedes. Gracias por todo. Ah y también aprendimos a tener precaución excesiva con los aparatos electrónicos.
PD. Antes del incendio trasplantamos un rosal de una maceta de la cochera al jardín; nunca había dado más de dos rosas. El día que volvimos había cinco rosas. Nuestro corazón también habita en esas rosas amarillas.